miércoles, 2 de septiembre de 2015

2 reseñas de La marquesa de seda de Llüisa Lladó




La marquesa de seda
(Unaria Ediciones, 2015)


Para terminar las vacaciones con buen sabor de boca, leo (y disfruto) este librito de pequeño formato pero de gran contenido: LA MARQUESA DE SEDA (Unaria, 2015), el último de Llüisa Lladó, más de treinta poemas marcados por un intenso erotismo, que conforman una especie de moderno cancionero, con un lenguaje brillante (en su aparente sencillez), de arriesgadas metáforas (algunas de carácter onírico y surrealista), sorprendentes neologismos y una variedad de registros y tonos que se mueven entre el recuerdo de los místicos y el habla coloquial de los amantes, salpicado todo por el humor característico que, como una veta subterránea que aflora en los momentos justos para humanizar los sentimientos, recorre toda la poesía de Lluïsa Lladó.

No diré que me haya sorprendido porque soy asiduo lector de su blog, "El cohete volador", y ya había leído su anterior 'El bosque turquesa', así que solo me queda recomendaros su lectura y compartir (si a la poeta, y sin embargo amiga, no le importa) uno de los poemas.


Marcos Matacana Martín





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La poesía es un quehacer de búsqueda instintiva, y por principio pide sinceridad y osadía. Todo puede ser cantado, pero ya todo cantado, incluso el erotismo, exige una nueva incandescencia, el verso solicita un nuevo rumbo que lo transforme a través de una mirada que cuestione aquello que refulge y que resulta inexplicable.
Entrar en la Marquesa de Seda es adentrarse en un canto visceral y refulgente: animal de lo que somos este libro nos da pistas para una indagación de lo que damos por entendido o que instintivamente solapamos con un atrezzo de prejuicios. Así el alma de la poeta va zigzageando desde un lugar racional a lo irracional. Desde este juego dual se explica el sexo como resultado de una energía inagotable que sucede en cada célula y que busca su respuesta en el cuerpo elemental propio y ajeno.
El erotismo, tantas veces manipulado por una sociedad consumista, corre el riesgo de convertirse en una sorda marioneta cuyo hilos desgastados tienden a romperse al descubrir lo falsificado, los tópicos absurdos, las falsas estructuras que tejen dentro de nuestros reductos más secretos una sensación al mismo tiempo de allanación/alineación y de pecado/peregrinaje. Necesitamos aire fresco, y un lugar creíble donde la verdad transgresora desarrolle nuestros instintos y deseos más velados. La revelación ocurre en el poema. Y en la mirada exhausta del poeta sucede el canto amoroso de la sangre.
LLuisa LLadó ha resucitado la pasión de la ceniza. La vida de la muerte. La belleza de lo insulso. Su voz se ha vuelto cada vez más pura/puta y más animal/humana. Arranca con sus poemas cortinas musicales, gasas nobles, biombos extasiados, mares de fuego que promueven otra era del deshielo, para dejar finalmente desnuda la belleza, esa monstruosa diosa ciega, ese cuerpo encendido clavado en la blanca pared del poema.
Llega hasta nosotros una música ancestral y nueva. Una música que retumba en lo recóndito. Es la Marquesa de Seda que peinándose lame su dedo de oruga. Y sus ojos son prolongación de nuestras manos. Y el sexo es una lluvia que se espera en la mañana. Y todo lo que soñamos es posible. Y la realidad supera la ficción. Porque somos cuerpos condenados a tocarse. Y el rock and roll animal suena una y mil veces en nuestras cabezas cada vez que nos matamos para sentirnos más vivos. Porque, una vez más, el instrumento de la pasión, hecho poema, nos salva y resucita.


Joan Pinardell







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