El martes 24 de marzo se presentaba en la Cafetería Cinema de Castellón el segundo libro de poemas de Eloy Sánchez Guallart publicado por Unaria ediciones dentro de su colección Astrolabio.
Una mirada que quiere dejar atrás el desencanto de este tiempo roto, que propone la acción como combate, la importancia de tomar consciencia y superar la apatía frente a este estado del malestar, desde la suma de todas las pequeñas luchas cotidianas individuales. Y que quiere creer que el cambio siempre es una posibilidad.
Siendo
Si tengo este
abismo
de voces
lleno
de pisadas
con barro hasta la frente
de andamios
colgando
de una rama
parapléjica
es que estoy
vivo en un 97 %
y hasta mi
autómata me pide
extender su
autonomía.
Si doblo mis
ojeras
en la cama
cada noche
y las cuelgo
en una percha
-no necesito
los ojos para tocarte-
es por
necesario descanso
(hombre
blanco, primer mundo, clase media en proceso de derribo,
cuarentaytantos
años, 1’65, sin tumores conocidos)
Si no me hago
a un lado
arderé en el
cortejo
si no me doy
la vuelta
y os miro a
los ojos
si
ensancharan las calles y pudiera
escribir sin
costuras
todo lo que
le falta a la palabra
para hacerse
necesaria.
Así estamos
los unos por
los otros
y sin los
otros.
Los más
Cobayas del
Gran Experimento, con luz fotovoltaica. Vida-placebo que va extendiendo sus
arrecifes como aceite derramado desde el ferrocarril cuyos ojos –lombriz
recreada- saben circular en doble dirección.
Desbordados
de ceguera hasta los hombros, ciudadanos sin cartilla, espuma ante la piedra
artificial que ha sido edificada desde los centros neurálgicos de la insidia.
Estadísticamente,
la piel que nos recubre es una medida porosa de alcance discontinuo. No llega
su tacto al empuje binario de una cédula ni palpita con la segura continencia
del mercado establecido.
En el
laboratorio de los hombres automáticos no hay respuesta sin estímulo. Se
programan las ubres en el búnker radioactivo. Donde los pasos dibujan las
flechas, ascensores de una sola vigilia reptan sus ceros hacia los pasillos.
Dos lunas
pintadas por bombillas fluorescentes. Bayas y vainas impúdicamente
reproductivas. La estupidez es una moneda de curso legal. Solo las retinas de
la dignidad tienen un olfato selectivo.
Caballos sin
nombre y crines metálicas. Fábricas deslocalizadas del desdén. Abrupta herida
dorsal cada vez más satisfecha de sus vísceras, más abrupta y más cortante y
sin sutura, mueve la cincha que amamanta a la rueda.
Seguimos
descendiendo al pozo con la lumbre-artrosis que nos quema la
mano?
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