lunes, 1 de diciembre de 2014

Presentación del nº 7 de la Revista poética Azharanía




Presentación del número 7 de la revista Azharanía ayer con El Almadar en la Universitat Jaume I de Castellón

Editorial/Manifiesto:

LA PULSIÓN CREADORA
Ya para siempre
aves cósmicas
mensajeras de
maravillas.
(Elisa El Zoughbi Schoen)

Dice el poeta cordobés Joaquín Pérez Azaústre, premio Loewe 2010: “La poesía, si sirve para algo (…) es para intensificar una mirada trascendente sobre lo cotidiano”. En 1994, veinte años antes de los últimos sucesos deshonestos, vergonzosos, abyectos y bastante más que inmorales, protagonizados por las hienas que ven tan lejana la poesía como la pobreza y el sufrimiento humano, Luis García Montero en un libro escrito junto a Antonio Muñoz Molina que se tituló ¿Por qué no es útil la literatura? decía que la supuesta inutilidad de la poesía deriva del cariz del entorno en el que se da: “vivimos en una sociedad grosera, donde las necesidades creadas tienen muy poco que ver con el talento y con las posibles fronteras de nuestro deseo; (...) competidores, alimañas carnívoras, habitantes de una sociedad (…) (donde) la poesía es inútil, como las humanidades en general, porque se gobierna mejor a los incultos, son más dóciles, se toman menos en serio su propia dignidad”.

En estos momentos, dos décadas después, la poesía es, al menos para quienes la escribimos y la leemos, para quienes la sentimos de cerca como algo propio: revolución, juventud, malabarismo del lenguaje y medicina. Es además un oasis agramatical por su naturaleza exuberante y libre de estructuras. Una forma de felicidad que otorga la capacidad de comprensión de una parte, aunque sea mínima, del mundo. Una práctica que no aísla sino que procura herramientas de captación del entorno. La poesía ayuda a sobrellevar la realidad y nos produce una experiencia estética plena porque sucede dentro de nosotros mismos. Mitiga el dolor pero sin anestesiar, sin borrar la conciencia de quien la toma para ser conquistado.

Siempre es un buen momento para hacer balance. Ahora, a finales de este 2014, en nuestra mano, en nuestros bolígrafos, teclados y demás artilugios de los que mana la escritura está cambiar este estado de cosas que nos abochorna. Es hora de lanzar los versos como redes pero también como hilos con los que tejer y tramar la nueva realidad si consideramos que la poesía es giro, movimiento, renovación, defensa ante las humillaciones, y sobre todo grito de libertad.











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