En un lago de lamentos
llora el monstruo salvaje.
Perdido tras otro reflejo,
se difumina lentamente...
Mira al espejo de Carroll
y no se reconoce...
Camina buscando otra piedra,
lastimando árboles de metal,
navegando en océanos de fórmulas,
corriendo tras fractales emocionales.
Vuelven otra vez Sol-Re-La-Mi:
una guitarra sin cuerdas,
para un ciego
ante señales de belleza y cordura.
Tormentas de verano sofocante,
Ella y Louis susurrándole
paz
y solo encuentra vacío...
Y el día le dice:
Y la noche le dice:
Todo suena en tí.
Nadie te escucha.
Eres imagen de tu destino
Has clavado estacas
amando la luz del multiverso queriendo una chat sauvage
amando la luz del multiverso queriendo una chat sauvage
y tú miras sueños violetas;
y ella miraba a la luna de Zambeze,
encendiendo llamas de maestría
deseando un romance anónimo
y tú bailas sabiduría y paz.
ella resonaba en un bajo de Yepes.
Vuelven de nuevo lágrimas
del niño mirando a la pared
tras gritos sordos de sus padres.
De nuevo, pesadillas.
Abuelos lanzando piedras a la felicidad,
quemando rastrojos de amistades.
De nuevo, miedos
anclados a estratagemas ya podridos
derritiéndose en ciénagas de dolor.
De nuevo, adicciones
a clichés amargos y victimistas
rallando narcisos neuróticos.
¿Y dónde estás, réquiem para el goce?
¿Y dónde estás, disolución de alegría?
¿Y dónde estás, rabia de injusticias?
¿Y dónde estás, fuego de libertad?
¿¿¿¿Dónde????
En un lago de
lamentos
David Cebrián
David Cebrián
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